Noites de pedra de Pamen Pereira

Noites de pedra de Pamen Pereira

“Cada día es como una vida en pequeño y cada noche es como una muerte en pequeño”, dijo Schopenhauer en su libro El mundo como voluntad y representación. Igualmente, cada etapa del Camino es una pequeña vida y una pequeña muerte. Un nuevo día requiere una renuncia como elemento depurador de la siguiente existencia.

Esta acumulación de lechos de piedra está inspirada en la gran colección de laudas funerarias gremiales encontradas en la iglesia Santa María de Noia; Noia es justo el final del camino de Santiago para algunos estudiosos más esotéricos del Camino.

El desgaste de la parte superior de las piedras surge de la impresión que siempre me producen las piedras desgastadas espontáneamente por el contacto humano. En lugares como la catedral de Santiago, el tiempo y el uso hacen que hasta la piedra más dura parezca blanda. El tiempo lo ablanda todo. Tan sólo con el rozamiento de millones de manos se producen unos profundos agujeros perfectamente pulidos en el granito de algunas piedras de la catedral. En nuestro caso, los lechos están desgastados en memoria de tantas noches de renuncia y renacimiento en el camino. Idealmente, la obra seguiría puliéndose con los cuerpos que se tumbarán en ellas.

Estas piedras hablan de transición, de cambio, de desprendimiento y regeneración. El desgaste pulido, ligeramente antropomorfo, está en la parte superior ya que lo que se detiene allí, lo que renuncia y renace, es algo o alguien activo que se levanta y sigue su camino. Nada es permanente salvo el propio cambio y la transformación sin fin.

En las acumulaciones de piedras y en la piedra misma hay algo atávico, símbolo de un mundo arquetípico y transindividual habitado por energías más sutiles; creo que el arte se maneja descubriendo el vínculo entre la materia y esas energías sutiles. Rastreando esa aparente transferencia de energía, nos damos cuenta de que hay acontecimientos, universos desconocidos que ocurren en una dimensión que trasciende el tiempo y el espacio. El tiempo es también espacio y sólo la unión de ambos pueden representar una realidad. El Camino también tiene ese componente atávico, arquetípico y transindividual, nos permite ver la dimensión temporal como si fuera espacial y desplazarnos en ella como en un tiempo vertical. Se trata de una dirección distinta respecto del tiempo que experimentamos cotidianamente; un escenario indisoluble de espacio tiempo donde se manifiesta al caminante atento un mundo constituido por la diversidad: cada piedra, cada planta, cada animal o cada persona son meras formas de una sustancia común que, agitada por la emoción, es susceptible de transformarse en algo diferente.

Poder ver en una piedra la imagen de lo efímero es lo que mejor nos habla de eternidad.

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FICHA TÉCNICA

Veintiún lechos de piedra de granito negro apilados en columnas de tres.

Las piedras tendrán un acabado roto natural en bruto en todo el perímetro y estarán pulidas sólo por la parte superior, acentuando el desgaste en la parte central donde imaginamos que descansaron miles de personas durante miles de noches.

Los lechos de piedra estarán apilados de tres en tres, separados entre ellos por listones de madera, completando 7 filas al menos (en la maqueta hay 7 filas de tres). Las piedras estarán colocadas de manera que sea posible el acceso estable para tumbarse en el lecho superior.

Cada piedra o lauda tendrá unas medidas de aproximadamente 200 x 90 x 30 cm, teniendo en cuenta que serán ligeramente irregulares, siguiendo los pasos que vaya pidiendo cada piedra en el momento de su corte.

El conjunto de los siete apilamientos, con tres laudas cada uno, tendrá unas medidas aproximadas de 900 x 200 x 130 cm.Nuevo párrafo

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